BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

PASCUAL MEZQUITA , UN TORERO CON HISTORIA: BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

Mezquita y Luna desgranan las claves de la fiesta de los toros

Leandro Marcos y Pérez Tabernero cerrarán el sábado las IV Jornadas Taurinas de Astauvi en Villalpando

Jesús Villar, Pascual Mezquita y Diego Luna. Foto Fernando Fernández


F. P. En la tarde del domingo y con una entrada menos abundante que en el día anterior, se celebró la segunda de las IV Jornadas Taurinas que la Asociación Taurina de Villalpando ha organizado con el título de «El toro: Alfa y omega» y que reunía al pasado de los toros en Zamora con la presencia de Pascual Mezquita, el matador de Carbajales de Alba junto con la juventud y el futuro del novillero terracampino Diego Luna que quiere abrirse camino en este difícil mundo de los toros. El acto estuvo presidido por el presidente de la Asociación Jesús Villar que, a la vez hizo de presentador y moderador del mismo.Tras la presentación de los intervinientes en la que desgranó las cualidades del matador zamorano y del joven Diego Luna, éste tomó la palabra para explicar las razones que le llevaron a proponer la realización de este acto, sobre todo divulgativo, porque su interés pretende ser el «dar a conocer a las personas aficionadas o no, aspectos de la vida del toro que no todo el mundo conoce» desde su nacimiento hasta el posible indulto en la plaza.El matador Pascual Mezquita con su verbo fácil expuso a los presentes todo lo que rodea a la vida del toro desde el nacimiento, ahijamiento, herradero, tienta tanto de machos como de hembras, lidia e indulto final. Para ello, se valió de la proyección de un vídeo editado por Astauvi basado en la serie Tierra de Toros de RTVE.Un coloquio final en el que las personas presentes han formulado preguntas a los componentes de la Mesa acerca de los encastes, actualidad de la Fiesta de los toros, detalles de las tientas, etc.El próximo sábado día 18, a las 19.30 h. se cerrará este Ciclo con la presencia de Juan Ignacio Pérez Tabernero, propietario de la ganadería de Montalvo, el matador de toros Leandro Marcos y el francés André Viard Presidente del Observatorio de Culturas Taurinas y uno de los máximos impulsores de los Toros en el país vecino, con el título «Entre el Hombre y el Toro», acto que será moderado por Domingo Nieto.


BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

PASCUAL MEZQUITA , UN TORERO CON HISTORIA: BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

Pascual Mezquita en las IV Jornadas Taurinas de Villalpando

Los aficionados analizarán el presente y el futuro de la fiesta en Zamora

F. P. La Asociación Taurina Astauvi de Villalpando vuelve a lanzarse al ruedo para organizar sus jornadas taurinas que, en este año, celebran ya su cuarta edición.En esta ocasión se desarrollarán las actividades en dos fines de semana: en el primero, el día 11 de diciembre a las 19.30 h. en el Ayuntamiento, y con el título «Conocedores del Toro» participarán el matador Morenito de Aranda con el Mayoral de Torrenueva Julio Barbero y Poli Romero, veedor de Toros. Moderará Carmelo Melero.El día 12 a las 17.30 h. en el Salón de Actos «Miguel de Cervantes» participarán con el título de «El Toro: alfa y omega» el pasado y el futuro de la fiesta en Zamora con Pascual Mezquita y el novillero villalpandino Diego Luna. El siguiente sábado a las 19.30 h. también en el Ayuntamiento se cerrarán las jornadas con actuación del matador Leandro Marcos, el ganadero Juan I. Pérez Tabernero y el francés André Viard, Presidente del Observatorio de Culturas Taurinas bajo el título «Entre el Hombre y el Toro». Se espera un éxito de público ya que el cartel lo merece y que los aficionados al mundo del toro, tanto de la localidad como de toda la provincia puedan disfrutar de las opiniones de expertos y debatir con ellos sobre los distintos aspectos de la Fiesta.

BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

PASCUAL MEZQUITA , UN TORERO CON HISTORIA: BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

Premio a la Mejor Estocada



RELACION de los GALARDONADOS con el PREMIO a la MEJOR ESTOCADA de las CORRIDAS GENERALES de BILBAO ASTE NAGUSIA Instituido en 1973 por la Peña Taurina Santurce , que lo otorgó hasta 1988, fue recuperado, tras trece años en suspenso, por la Federación Taurina de Bizkaia , máximo órgano de representación democrática de la afición del territorio, que desde el año 2002 viene encargándose de la gestión de este codiciado trofeo con el que se busca subrayar la importancia de la “suerte suprema” y que en 2010 ha alcanzado su 25ª edición.

Año 1973 - Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”

Año 1974 - Santiago López

Año 1975 - Ángel Teruel
Año 1976 - José María Manzanares (padre)

Año 1977 - Francisco Ribera “Paquirri”

Año 1978 - Santiago Martín “El Viti”

Año 1979 - Francisco Ribera “Paquirri”

Año 1980 - Tomás Campuzano

Año 1981 - Francisco Ruiz Miguel

Año 1982 - Jorge Gutiérrez

Año 1983 - José Antonio Ruiz “Espartaco”

Año 1984 - Pepe Luis Vargas

Año 1985 - Tomás Campuzano

Año 1986 - José Antonio Ruiz “Espartaco”

Año 1987 – DESIERTO

Año 1988 - Ángel Pascual Mezquita la dispensada a un toro de la ganadería de Joaquín Buendia, el día 22 de agosto de 1988

Año 2002 - Miguel Abellán

Año 2003 - Javier Valverde

Año 2004 - Manuel Jesús “El Cid”

Año 2005 - José María Manzanares (hijo)

Año 2006 - Salvador Cortés

Año 2007 – DESIERTO

Año 2008 - José Pedro Prados “ El Fundi”

Año 2009 - Diego Urdiales

Año 2010 - Diego Urdiales

Mesa Redonda


Mesa Redonda: “El Toreo: Fuente De Principios Y Valores”
jueves 25/11/10
En la tarde del jueves, el Foro Taurino de Zamora retoma las actividades denominadas “Toros sin Barreras” con la presencia de dos personalidades muy queridas e importantes de la vida taurina de Zamora.
Por una lado, estará presente el “legendario” D. Manuel Martínez Molinero, fundador de la extinguida “Escuela Taurina de Zamora” que como es sabido, tanto hizo por la preparación humanista de los entonces jóvenes zamoranos que querían llegar a ser toreros. La Escuela de Molinero, fue la precursora de todas las que actualmente existen hoy en España, ejerciendo en la actualidad como profesor de la de Madrid, siendo una persona muy considerada en las altas esferas del toreo. Martínez Molinero cuenta también con el mérito de haber sido fundador y primer presidente de la cofradía de “las Capas Pardas” de Zamora.
El segundo de los participantes, es el Matador de Toros zamorano Ángel Pascual Mezquita, alumno que fue de Martínez Molinero, con un amplio currículo de corridas importantes y éxitos en su haber tanto en España como en Francia e Hispanoamérica con numerosas actuaciones en su última etapa como “sobresaliente” en las cuadrillas de “El Juli”, “Joselito” Morante de la Puebla entre otros. Torero con historia, siempre elegante en sus formas destaca también por ser el primer matador que logra el título de doctor, obtenido recientemente por la universidad de Salamanca.
Con el titulo elegido para la jornada “El Toreo: Fuente de Principios y Valores” se trata de mostrar la aportación de la tauromaquia a la construcción de una sociedad plural y mejor, a través del ejemplo de personas que como ellos, preocupados por dignificar la vida de los toreros hacen grande esa profesión tan bella como difícil.
El jueves día 25 se espera una importante asistencia de aficionados y público con la que mostrar el respeto, consideración y agradecimiento a estas dos personas que siempre han llevado muy a gala el nombre de Zamora.
Ana Pedrero, periodista taurina zamorana, moderará el acto que comenzará a las 20,30 h , con entrada libre en los salones del hotel AC en la Av. Príncipe de Asturias, al que se aconseja acudir con antelación suficiente.

Festival taurino en Molinos( Teruel)






Festival Taurino celebrado en Molinos (Teruel) el Domingo 8 de Agosto en memoria a Jesús Ortiz (El Molinero) novillero de esta localidad fallecido el 31 de marzo del 2009. Amigo íntimo de Pascual Mezquita, compañero de capeas y de la Escuela Taurina de Zamora, en los inicios de ambos como toreros, amistad que perduró entre ellos durante toda su vida.

Con este Festival, organizado por la Comisión de fiestas de Molinos y con la importante colaboración de la Peña Taurina “Nicanor Villalta” de Alcorisa. Se quiso homenajear a Jesús Ortiz “El Molinero”. Por su derroche de amistad y su hombría de bien, para con todos sus paisanos y amigos. Y por su ilusión torera, fomentando la afición taurina por toda la región del Maestrazgo turolense, así como por devolver los festejos taurinos a las fiestas de su pueblo natal y avivar la afición taurina a través de la Peña Taurina “Nicanor Villalta” de Alcorisa, donde encontró el hogar y los mejores amigos de sus últimos años.

En dicho festival se lidiaron 2 novillos de la ganadería de Adell Piquer, de Castellote (Teruel). Por el Matador de Toros Pascual Mezquita y la novillero valenciana Maite Alcalá, actuando de sobresaliente el novillero Jorge González, de Andorra (Teruel)
Ambos toreros tuvieron unas muy lucidas actuaciones, siendo aclamados y muy aplaudidos por el público que llenaba la plaza y las próximas laderas aledañas.

Pascual Mezquita recibió a su novillo con unos bellos lances de capote, para a continuación realizar un brindis al cielo, a su amigo y compañero Jesús. La faena de muleta la inició con artísticos doblones por bajo y continuó con series por ambas manos, imponiéndose a las condiciones del eral, rematadas éstas con magníficos pases de pecho y adornándose con trincherazos por ambos pitones, para concluirla con unas estéticas manoletinas rematadas con molinetes invertidos. Por todo ello el matador fue muy aplaudido ante el unánime contento general.

Maite Alcalá recibió a su novillo con dos largas cambiadas y continuó con un muy buen toreo a la verónica. Su faena de muleta estuvo presidida por las ganas de agradar consiguiendo pasajes muy toreros y meritorios a lo largo de toda ella, en la que llego a sufrir una aparatosa voltereta, demostrando sus cualidades tanto de valor como de arte con la realización un toreo sentido y exquisito a la vez. Siendo igualmente ovacionada con gran entusiasmo por todos los asistentes.

Del mismo modo, que lo fue el sobresaliente Jorge González que realizo un quite en cada novillo, siendo muy aplaudido en ambos.

El resultado del festival se tradujo en un éxito artístico tanto de los toreros como del ganadero, lo cual dejó muchas ganas en el público de una próxima repetición. Así como, por el recuerdo emotivo a Jesús Ortiz, que desde su palco del cielo y con su inmensa bondad, dejó caer unas lágrimas en forma de gotas de lluvia que nos “mojaron” a todos desde su añorada cordialidad.

Etapa de novillero sin caballos



En el verano de 1965, llegaron las tan esperadas “oportunidades” como se llamaban entonces a las primeras actuaciones en público, fueron dos novilladas sin caballos organizadas por los empresarios de la plaza de Toros de Zamora, González Vera y Felicísimo Tejedor, para dar la “oportunidad” a los alumnos de la escuela taurina de Molinero. (Entonces no se mataban añojos, por lo que las novilladas sin caballos se realizaban siempre con erales).

La primera de las novilladas se celebró en la noche veraniega del 17 de Julio, ya que al día siguiente, entonces, era fiesta, y en ella torearon los cuatro alumnos más destacados de la escuela.
Siendo este, el debut de nuestro biografiado, junto a Felipe Alejandre Mozo “El Patata”, Ángel Moreno “Peresque”, y Fernando García. Todos ellos auxiliados por el maestro Antonio Chenel “Antoñete”, al que entonces apoderaba González Vera, actuando como Director de Lidia, y los banderilleros madrileños, residentes en Salamanca, Florencio Jiménez “Rovira” y Dionisio Rodríguez “Toreri”. Además de actuar también como banderilleros otros muchos alumnos de la escuela.

No se le olvidó, éste acontecimiento, al mozo de espadas de “Antoñete”, el Sr. Camuñas, pues, así se lo recordaba, siempre, a Ángel cuando coincidieron en posteriores ocasiones, la paliza que se “pegó” vistiendo a los cuatro matadores y a los ocho alumnos que actuaban como banderilleros, ya que ninguno tenía ni idea de vestirse de torero. Los trajes fueron alquilados por D. Manuel y por Ángel en la sastrería de la Maestra Nati, de la calle Jardines de Madrid.

Ángel Pascual Mezquita y Felipe Alejandre “El Patata” fueron los triunfadores cortando las orejas de los novillos de Gabriel García Sánchez de Las Infantas de Aranjuez, y siendo fuertemente ovacionados y aclamados por los aficionados zamoranos.

La segunda “oportunidad” se celebró la noche del 24 de Julio, también víspera de fiesta, y en ella repitieron Ángel P. Mezquita y Felipe Alejandre, junto a Ramón Moreno “Peresque II” y Félix López “El Regio”. Auxiliados por el maestro “Antoñete” y los banderilleros profesionales antes citados, además de los compañeros que actuaban también como banderilleros. Y en ella triunfaron los cuatro noveles, de los cuales tanto Ángel P. Mezquita, como Félix López “El Regio” llegaron a matadores de toros y como tales llegaron a alternar juntos en algunas corridas de toros y festivales, conservando entre ellos una muy buena amistad.

Félix López “El Regio” natural de Baltanás (Palencia) tomó la alternativa en Palencia, el 2 de septiembre de manos de Manolo Cortés y con Dámaso González como testigo, y en la temporada del año 1975, consiguió importantes triunfos en la plaza de Barcelona, toreando hasta cinco tardes en esa temporada.

También llegó a Matador de Toros, otro alumno de la escuela, José Galán Sánchez “Josele” natural de Ledrada (Salamanca) Que además de compañero de la escuela también lo fue de nuestro biografiado en sus andanzas por capeas y tentaderos por Zamora, Salamanca y Extremadura. “Josele” tomó la alternativa el 15 de agosto de 1971 en San Sebastián de los Reyes (Madrid) siendo su padrino Aurelio García Higares y actuando como testigo Manolo Zuñiga. La gran amistad personal entre estos dos toreros se ha ido acrecentando cada vez más con el paso de los años.

Ese verano de 1965 ya no volvió Ángel a vestirse de luces, sólo toreo esporádicamente en alguna capea, incluida la de Carbajales de Alba, compitiendo con su paisano y amigo Virgilio Augusto “Cadelo”. Y ya entrado el otoño, en el mes de octubre, volvió a actuar en otra novillada en la plaza de toros de Zamora.
Novillada que organizó, el banderillero, Florencio Jiménez “Rovira” con la ayuda de los padres de los tres espadas: Ángel Pascual Mezquita, Julio Justo Blanco “El Sanabrés” y José Luís Maderal, que lidiaron novillos de Julio Jiménez “El Tarango” de Fuentesaúco (Zamora).

Ángel cortó la oreja de su primer novillo y en el segundo, cuyo nombre no se le ha olvidado “pajarito” estuvo más tiempo en el aire y entre las patas del novillo que de pie, recibiendo tal paliza, que el médico de la plaza le aconsejó meterse inmediatamente en un baño de agua caliente dada la cantidad de golpes y moratones que tenia por todo su cuerpo, la gente, con ironía, decían que “le había dado hasta en el carnet de identidad”. Con esta agridulce actuación, pues, las cosas no “salieron” ni en lo artístico ni en lo económico, acabo Ángel su primera temporada como novillero sin caballos.

Siguió nuestro protagonista en la escuela taurina, aunque también entrenaba con “Rovira” y con otros novilleros, ya más avezados, venidos de Salamanca por cuestiones de trabajo, y con los que Ángel notaba cierta diferencia en las formas por “estar más hechos” y torear de salón fijándose más, e imitando, las reacciones del toro.

“Rovira” se había fijado en Ángel y puso su confianza en él, le hizo un cartel de propaganda con las mejores fotos de la novillada antes comentada, que estuvo expuesto en la cafetería Lisboa de la céntrica calle Santa Clara. En este cartel, “Rovira” bautizó definitivamente a Ángel con el nombre artístico que llevaría siempre como torero “Pascual Mezquita”, sus apellidos, por los cuales es más conocido popularmente, que por su nombre.

Hasta Enero de 1966, siguió yendo a la escuela taurina, y a partir de esa fecha, se traslado a Salamanca para asistir a las “pruebas” del Bolsín Taurino de Ciudad Rodrigo, en el que “Rovira” le había inscrito, y también para entrenar en La Sindical con todos los toreros que residían en Salamanca y asistir “a la tapia”, de todos los tentaderos que se enteraba.

Fue esta una etapa, de muchas ilusiones e intimas y satisfacciones, en un ambiente muy agradable, viviendo en, y para, ser torero, y estar dedicado a ello con toda pasión y entusiasmo.
Entrenando por las mañanas y bajando luego a la Plaza Mayor, a la cafetería Las Torres, el Plus Ultra y los bares de la Calleja y los alrededores, para enterarse de donde podía haber tentadero esa tarde. En Las Torres es donde más ganaderos asistían y donde nos refugiábamos del frío salmantino, y cada poco el encargado nos echaba para la calle, y al rato volvíamos a entrar para disfrutar del calor y del ambiente taurino, que tanto nos gustaba y tanto envidiábamos.

Cuando nos enterábamos de algún tentadero, procurando que se enteraran los menos compañeros posible, nos íbamos a la carretera a hacer “auto-stop” o nos subíamos, a los trenes de mercancías, o de viajeros, sin pagar, que iban dirección a Portugal, y si nos pillaba el revisor cuando nos quería echar del tren ya estábamos en La Aldehuela de la Bóveda, en La Fuente de San Esteban o en Ciudad Rodrigo.

En la placita de la finca del Villar de los Álamos, tentaban muchos ganaderos. D. Antonio, D. Juan Mari, D. Javier y Dña. Mercedes Pérez-Tabernero, D. Miguel Zaballos y otros ganaderos aledaños, por lo que raro era el día que no había tentadero, recuerda Ángel una tienta a la que fue invitado Manuel Benítez “El Cordobés”, que fue tal el numero de “maletillas” que asistimos, que tuvo que hacer presencia la Guardia Civil, para evitar los problemas entre nosotros.

Fueron muchas las anécdotas y las aventuras que corrió nuestro protagonista, ese año y los posteriores “haciendo la tapia” en Salamanca y andando muchos Kms. por sus carreteras y caminos, con frío, lluvia, el implacable viento de Marzo, y también con los esplendidos días primaverales, siempre con la ilusión de poder darle una o dos series de muletazos a una vaca, y cuando así sucedía, se volvía a Salamanca con una alegría y una satisfacción plenas.

Además de torear, de “ponerse delante” como se dice en el argot taurino, aprendíamos y disfrutábamos mucho viendo y fijándonos en los matadores invitados a los tentaderos como Paco Camino, El Viti, Dámaso Gómez, que entendía a la perfección a las vacas, sobretodo a las templadas embestidas de las bravas y cornalonas, preciosas, vacas, de D. Manuel Sánchez Cobaleda, a las que era mejor torear cuando ya las dejaba Dámaso, pues, éste las enseñaba a embestir “templándolas” y “alargándoles” las embestidas “haciéndole bien las cosas” colocación, distancia, toques precisos, etc. de tal forma que cuando nos poníamos delante los “chavales” conseguíamos muletazos que nos llenaban de orgullo y satisfacción.

Tentaba también Dámaso las encastadas vacas coloradas procedentes de Parladé del extraordinario ganadero y mejor persona D. Leopoldo Lamamie de Clairac. Aquellos años hacían muchos tentaderos, los toreros salmantinos, José Luís Barrero, Víctor Manuel Martín, Paco Pallarés o el novillero revelación de aquella temporadea: Flores Blázquez.

En las tientas se aprende mucho de las reacciones de los animales bravos, y además los ganaderos comentan con los toreros, primero en la plaza y luego en la merienda, a la que a veces éramos invitados, las características de cada vaca, su bravura, como ha tomado los puyazos, su bondad y su temple en la muleta, su fijeza, sus querencias etc. etc. que son a su vez las que conforman la lidia que el torero ha tenido que hacerles, a la vez, que éste ha ido corrigiéndoles sus defectos. Detalles, todos, que convierten los tentaderos en una de las mejores escuelas para los aspirantes a toreros, al conjugar, in situ, la teoría con la práctica.

De aquellos momentos taurinos tan románticos, recuerda Ángel una poesía, de autor anónimo, que recitaban los “capas” durante las largas caminatas bajo las encinas o en el pajar de Alipio, donde se guarecían a dormir por la noche, durante las capeas de Ciudad Rodrigo. Ésta poesía se puede leer en el apartado dedicado al “maletilla” en esta tesina.

Pero volvamos al Bolsín de Ciudad Rodrigo, Mezquita, que es como mucha gente llama a nuestro protagonista, pasó por todas las pruebas, con las vacas grandes y toreadas, que les echaban entonces, con compañeros como El Lechero, Fernando Núñez, Arturo Martín, Paco Lucena “El Barberito”, El Castellano, Manolo Jimeno, Rubén de Dios, Antonio Porras, etc. etc.
Consiguió Ángel clasificarse para la final en la finca de D. Manuel Carretas, en la que toreó, entre una fuerte granizada, y todos los asistentes lo daban como uno de los dos triunfadores, era el primer año que se pasaba de un único triunfador a dos triunfadores del bolsín, tanto es así, que cuando se presentó en el Café Moderno, de Teo, donde se proclamaba a los triunfadores, cambiado de ropa, Rovira le hizo volver a la pensión a ponerse el jersey empapado de agua, porque, todos hablaban “de él del jersey azul”.

Aquella noche Ángel se llevó una gran decepción, no ya por que no le dieran el primer puesto de triunfador, que estaba claro que se lo había ganado Vicente un chaval rubio de San Felices de los Gallegos, sino porque tampoco le dieron el de segundo triunfador, y se lo concedieron a un compañero, que había estado por debajo de él, por motivos “burocráticos”.

Luego en las fiestas de Agosto, esta misma comisión lo compensó, anunciándolo en una novillada, que se celebró en una plaza portátil instalada en los jardines de la muralla, y en la que Pascual Mezquita, le cortó el rabo a un novillo del Marqués de Bayamo.

Para que Ángel pudiera torear esa novillada, Rovira tuvo que recurrir a la Guardia Civil, pues estaba de capeas por Aragón y lo localizaron, el día antes, en Lucena del Cid (Castellón) desde donde se tuvo que venir, primero en auto-stop y luego en tren durante toda la noche a Zamora, desde donde su padre lo trasladó con su DKW a Salamanca y allí recogieron a Rovira y a Adolfo de la Fuente, que iban como banderilleros, y se fueron a Ciudad Rodrigo.

El motivo de que Ángel estuviera de capeas por tierras de Castellón, se debió en principio por sus tremendas ganas de buscarse la forma de torear y de progresar en su vocación taurina, que ha sido su constante durante toda su vida, yendo a donde hubiera que ir y sacrificándose lo que fuera necesario; y en segundo lugar, porque un amigo de su abuelo Braulio, Saturnino, de Valcavado (Zamora) le dio una recomendación para D. Luís Baquedano, empresario de Zaragoza, adonde Ángel ni cortó ni perezoso se trasladó ese verano de 1966.

Allí se hospedó en casa de unos carbajalinos que tenían un bar en el barrio de Torrero, y todas las mañanas y muchas tardes, iba a entrenar a la plaza de toros de La Misericordia de Zaragoza, con los novilleros y banderilleros maños, Cesar González, El Tano, Pepe Gracia. etc. y otros que estaban triunfando como novilleros sin caballos por Aragón, La Rioja y Navarra, como era el caso de Miguel Márquez, al que apoderaban José Mª Recondo y Manolo Cisneros, y con el que Ángel hizo una buena amistad, entrenando juntos y haciendose muchos toros de salón.

Muchas madrugadas, a las cuatro de la mañana Ángel fue a descargar camiones de fruta al mercado central, para pagarse la pensión, pues, nunca quiso sacrificar económicamente a sus padres. Pero llegaron las fiestas de los pueblos de Aragón y Ángel, visto que la recomendación no acababa de realizarse, junto con un compañero de la escuela de Zamora, Jesús Ortiz, “El Molinero” de Los Molinos (Teruel), con el que conserva una íntima amistad, se fueron a “poner delante” de las astifinas y toreadas vacas de los pueblos zaragozanos, Utebo, Quinto de Ebro, Casetas, y también ante los bravos novillos salmantinos de Fuenterroble que se corrieron en la plaza de Muniesa (Teruel) donde Ángel fue muy ovacionado, también, recuerda como uno de ellos le dio una fuerte cornada a Ángel Liarte, en la novillada que toreó en esta plaza, mano a mano, con Cesar González.

En este pueblo “sufrió” Ángel su primer golpe amoroso, al quedarse prendado de una guapa morena, que lo cautivó con su belleza y simpatía, haciéndole más agradables y llevaderos sus sueños en el duro cemento de la plaza de toros, al recordar con emoción, sus bailes junto a ella, su bonita cara, y el perfume de cariño con que ella le obsequiaba. Pero había que seguir adelante, y con su amigo Jesús se fueron hacía tierras de Castellón, con mucha pena por parte de Ángel, al que vino a despedir al “coche de línea” su preciosa enamorada. Con la cual se carteó durante varios años e incluso pudo volver a verla, cuando debutó en Zaragoza como novillero con picadores.

En la provincia de Castellón torearon novillos en Cortes de Arenoso, donde un Guardia le dio dos bofetadas a Ángel, después de que un novillo lo cogiera, dándose un fuerte golpe en la cabeza contra el empedrado, y que luego el mismo Guardia, cuando acudieron al cuartel a identificarse, los invitó a comer, y al no aceptar Ángel, les regaló un melón. De allí continuaron a Lucena del Cid, donde se pusieron delante de un toro, que tenía una especie de locura, dando carreras y cabezazos sin ton ni son, y aquí en Lucena es donde Ángel fue localizado por la Guardia Civil.

Al finalizar la temporada de capeas en las de Mojados y Olmedo (Valladolid) y Huerta del Rey (Burgos), con otros compañeros: Tito Guerra, Fernando Domínguez, Maderal, etc. Se fueron a hacer la vendimia a La Rioja, concretamente en Cenicero, donde se “refugiaban” muchos “capas” para ganar un poco de dinero y poder ir pasando el invierno, al igual que lo hacían por las tierras de Miranda de Ebro, entresacando la remolacha. Al dar por finalizados los trabajos de la vendimia se volvieron a Zamora.

En las épocas que Ángel estaba en Zamora, trabajaba en la tienda y ayudaba en el almacén, y continuaba asistiendo a las clases de la escuela taurina. La cual estaba ya muy consolidada, e incluso D. Manuel había realizado un proyecto, al que llevaba bastante tiempo dedicado, de la que podía ser la futura Escuela Nacional de Tauromaquia, que siempre fue una de sus ilusiones. La cual pudo hacer realidad, al tener que trasladarse a Madrid, por motivos profesionales, en el año……………………….
D. Manuel, además de abogado, dirigía una agencia de publicidad en Zamora., y es un excelente dibujante, como se puede comprobar en cuadros y bocetos en La Escuela Taurina de Madrid.

En Madrid entró en contacto con los creadores de CONATA, Cooperativa Nacional de Tauromaquia, Alfredo Fauró, Brígido Perea Rafael “Boni”, Enrique Martín Arranz, que también había sido alumno de la escuela de Zamora, etc. D. Manuel les expuso su proyecto y entre todos lograron dar forma y poner en marcha La Escuela Nacional de Tauromaquia de Madrid. Que fue la primera escuela oficial de la segunda mitad del siglo XX, hasta nuestros días, al contar con el patrocinio y la subvención de las instituciones gubernamentales madrileñas.

El año 1967, lo comenzó Ángel, toreando uno de los festivales del Carnaval de Ciudad Rodrigo, debido a su triunfo en el verano anterior y a las buenas gestiones de Rovira. Pero en vez de “echarle” un novillo, le salió un utrero grande, casi un toro, y sin picadores, que a Ángel le vino muy grande, pues, no estaba preparado, todavía, para esas empresas, y así, se defendió como pudo entre sustos, tarascadas y volteretas, pero llegó la hora de matar y Ángel fue incapaz de lograrlo después de muchos intentos, por lo que acabaron “echándoselo” al corral.
Ángel pasó una vergüenza muy grande, de la que tardó en recuperarse, pues era un fracaso que le afectaba a lo más hondo de su dignidad, pero todavía más, porque le había acompañado su padre y se sentía culpable de hacerle pasar por esa situación, para él,tan vergonzosa.

Esa primavera volvió a los tentaderos de Salamanca, y ya, con más experiencia en “ir a la tapia”, y con la ayuda de más amistades, asistió a bastantes tentaderos. Pero él lo que quería era torear y triunfar en las plazas, y que los públicos lo aclamaran y lo llevaran al camino para ser figura del toreo. Pero no le veía la solución, pues, de dinero no disponía, para organizar novilladas, ni quería sacrificar a sus padres, que bastante tenían con sacar ocho hijos adelante, a los que su padre, siempre quiso darles estudios.

Y así, a últimos de Abril, junto con su compañero Tito Guerra, se pusieron en la puerta de la plaza de Alcalá de Henares, a pedir una oportunidad, con una pizarra en la que apuntaban los días que llevaban esperando y un cartel con fotografías toreando de los dos. Como aquel no era un punto muy concurrido por los complutenses, decidieron trasladarse a la plaza mayor, y en sus pórticos se instalaron, a la puerta de una famosa cafetería, en la que les dejaron exponer sus fotografías, y vigilados de lejos por la estatua de D. Miguel de Cervantes.
La gente les daba donativos para poder comer y eran muy visitados por las chicas y por algunos tópicos homosexuales. Varias veces, les dieron a comer de su “rancho”, en el pabellón de oficiales del ejército de paracaidistas, los soldados que estaban al cargo de ese pabellón, y como hotel para dormir utilizaban los vagones que estaban parados en la estación, donde nunca estaban tranquilos, por los vigilantes, el ruido de los trenes, etc.

Tuvieron la suerte de que una gran persona y aficionado, D. Laureano Vivas, les acogió y les llevó a su casa, donde su buena señora, les preparaba la comida y la cama, y D. Laureano fue a hablar con el abogado, entonces, teniente de alcalde y buen aficionado, D. Fernando Sancho, para que el ayuntamiento, organizara una novillada de noveles, en la que Ángel y Tito pudieran actuar, y D. Fernando se encargo de hacer todo lo posible, anunciándoles, que el tema no era fácil.

Desde Alcalá, Ángel se desplazó a la capea de la vecina Coslada, donde pudo torear a dos de los novillos, siendo muy ovacionado, y recuerda que estaba como “profesional” Federico Navalón “El Jaro”. Y así, Ángel se volvió muy satisfecho por su “triunfo” a seguir esperando la oportunidad de Alcalá de Henares. Y a seguir aumentando la amistad, que fue ya para siempre con D. Laureano y con sus hijos. Del mismo modo guarda Ángel un gran recuerdo de D. Fernando Sancho, como persona y como buen aficionado.
Con la promesa de que, se les pondría en la primer novillada que se organizará, Tito y Ángel se volvieron a Zamora

En el mes de mayo Ángel toreó un festival en Valencia de D. Juan (León), gracias a las gestiones de Rovira, alternando con José Luís Maderal y Carlos Zúñiga, el cual sería más tarde su apoderado. La actuación de Mezquita, no tuvo mayor relevancia, pues los novillos tampoco ayudaron. También toreó en el mes Julio dos novilladas, el debut y la repetición, en la localidad salmantina de Candelario, alternando con José Boloix, de Granada, Marcial Villasante, de Villalpando, Paquito Martín, de Zamora, etc. que lidiaron novillos de J. Mateos de Fuenteguinaldo (Salamanca) que salieron buenos, y donde Pascual Mezquita triunfó y demostró sus dotes toreras.

El resto de este verano de 1967 lo pasó acudiendo a las capeas de los pueblos de Zamora, Salamanca y Valladolid. A últimos de Agosto fueron él y Tito a la de Fermoselle, cerca de la frontera portuguesa, y se fue para su casa, en Zamora, desilusionado, porque no veía progresar “su carrera”. Si quería torear novilladas había que exponer dinero, para su organización, y él ni lo tenía, ni lo iba a pedir para torear.

Por otro lada en las capeas, no veía la solución, pues era muy difícil poder encontrarse a gusto toreando, ya que tenías que robarle los pases a los novillos, antes que los otros compañeros, y los mozos continuamente estaban distrayendo a los novillos al llamarlos y al cruzarse, siendo muy difícil poder cuajar nada importante, y siempre con el riesgo de las cogidas, revolcones y golpes, por estas causas, además de las broncas de los mozos que no querían que toreásemos “sus” novillos, tirándonos de la camisa o dándonos con las varas que llevaban para pegar a los toros, y también teniendo problemas con la Guardia Civil que nos prohibía salir a torear y nos requisaban las muletas, o nos daban un “guantazo”.
Como le paso a Ángel, con un sargento, una mañana, teniendo que torear por la tarde con un saco armado con un palo, siendo muy aplaudido por todo el público y felicitado por el mismo sargento, cuando fue al cuartel a recoger la muleta.
Cuando estaba en estas apesadumbradas disquisiciones, aburrido, a la puerta de su casa, se presentó Tito Guerra y le dijo que en Toro esa tarde hacían la Fuente de Vino, donde sueltan toros por la plaza, mientras la gente con botes o vasos va a coger vino de la cuba que se instala en el centro. Ángel, casi más por compromiso, que por ganas se fue con Tito a Toro sin ninguna ilusión.
Echaron dos toros, uno de ellos semental, según dijo el ganadero D. José Luís Mayoral, que salieron muy buenos, y con los que Ángel, estuvo muy a gusto y le hizo, entre los mozos que se cruzaban llamando a los toros, dos faenas por las que fue muy aplaudido e incluso izado a hombros al finalizar, teniendo que subir a la presidencia requerido por las autoridades y los aficionados allí presentes para ser felicitado y obsequiado con una propina.

Esta tarde de la Fuente de Vino en Toro, fue fundamental en la carrera taurina de Pascual Mezquita, pues, se encontraba presenciando la capea el, entonces, novillero con picadores, Carlos Zúñiga, que también felicitó a Mezquita. Y al que Ángel le causó tan buena impresión toreando, que más adelante, cambiaría el rumbo de la vida de ambos, luchando juntos en la consecución del triunfo.
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PASCUAL MEZQUITA , UN TORERO CON HISTORIA: BIOGRAFIA Y TRAYECTORIA TAURINA

Pascual Mezquita y la Escuela Taurina de Zamora


Un día del mes de Septiembre su compañero de entrenamiento y buen amigo Ángel Juan Moreno “Peresque” le comentó que había oído una conferencia sobre toros en el Casino de Zamora, departida por el abogado y gran aficionado D. Manuel Martínez Molinero, en la cual diserto sobre la conveniencia de crear una escuela taurina, a lo cual él estaba dispuesto, para así acoger y enseñar a todos los “maletillas” y aspirantes a toreros, y que no estuvieran expuestos a los peligros del hambre y acabaran siendo personas sin ningún provecho, que se hundían en la golfería y en la delincuencia terminando por ser “carne de trena”.

Se animaron mutuamente los dos amigos y fueron al Casino a hablar con D. Manuel Martínez Molinero, que era un hombre adelantado a sus tiempos, para proponerle la creación de una escuela taurina en Zamora. Este los recibió con mucho entusiasmo y agrado, y les concluyo la conversación diciéndoles: que si juntaban una docena de chavales que quisieran ser toreros, montaría la escuela en su misma casa.
Aquel de la Escuela Taurina era un proyecto ambicioso, con un completísimo plan de formación.Aparte de las clases de toreo de salón y otras pruebas ante vacas y novillos, estaban las clases teóricas donde se explicaba la historia del toreo, anatomía del toro, los terrenos.Además de todo ello, siempre tuvo en cuenta las cuestiones relacionadas con la ética, la moral y el civismo.
A los pocos días, Mezquita y “Peresque”, ya habían juntado a trece chavales, y así se lo comunicaron a D. Manuel, el cual les dio una fecha para primeros del mes de Octubre para reunirse en su casa y fijar todas las condiciones y los preparativos para inaugurar la Escuela Taurina de Zamora, de D. Manuel Martínez Molinero. Y así, en esa fecha empezaron las clases, las teóricas en un amplio salón del bajo de su casa y las prácticas en la plaza de toros de Zamora, de cuyos dueños los Srs. Cacho consiguió el permiso.

En los días anteriores a la inauguración, D. Manuel se ofreció a hablar con los padres de todos los chavales que así se lo pidieran, en principio para contar con su autorizaran para asistir a la escuela y en segundo lugar, para convencerlos de que esta era la mejor manera para encauzar a un hijo que tuviera las pretensiones de ser torero y así tenerlo recogido y en manos de una persona responsable y con prestigio tanto cultural como social.
Ángel Pascual Mezquita así se lo pidió y sus padres al ver tan buen y formal planteamiento le dieron su conformidad, quedando toda la familia mucho más tranquila, aunque con la consiguiente preocupación, por elegir tan difícil y arriesgada profesión.

El invierno de 1964-65, todos los días a las siete de la mañana comenzaban los entrenamientos en la plaza de toros, con ejercicios físicos, toreo de salón, banderilleando en el carro o entrándole a matar, todo ello dirigido por D. Manuel, que le puso una gran ilusión a esta obra, y que fue muy bien acogida por los aficionados y las gentes zamoranas, por el ambiente taurino y humano que los alumnos, que pronto sobrepasaron el número de cuarenta, imprimían por toda la ciudad, ya que todos ellos al acabar el entrenamiento a las ocho y media de la mañana, se incorporaban a sus trabajos en las distintas empresas de la capital.

Por las tardes a partir de las ocho se impartían las clases teóricas en la casa de D. Manuel, desarrollando y comentando la lidia y sus vicisitudes por tercios, querencias, etc. en un ruedo que D. Manuel había pintado sobre una pizarra, en la que nos explicaba las distintas reacciones del toro y las posibles y variadas soluciones .No existía ninguna otra en España, pues, creemos que incluso la de Pedrucho de Eibar, en Barcelona, ya había cesado en sus actividades, por lo que acudieron a Zamora muchos aspirantes a torero de toda España, de entre los alumnos que pasaron por la Escuela de Zamora, todos resultaron serios aficionados, algunos de ellos, con la suerte de haberse podido dedicar profesionalmente al mundo del toro, destacando además del maestro Pascual Mezquita, Félix López “El Regio”-afamado matador palentino- así como Enrique Martín Arranz,-apoderado de grandes figuras del toreo-, también llegaron jóvenes universitarios de otras provincias, entre ellos un alemán licenciado en ciencias políticas “con título de Barón” , siendo visitada en más de una ocasión por el maestro zamorano Andrés Vázquez, que era un espejo para los alumnos por su lucha, su pundonor y sus triunfos por todas las grandes ferias con el más puro arte belmontino.
Molinero se preocupaba de que los chavales que llegaban a Zamora y que por sus escasos recursos económicos dormían en la estación del tren, lo pudieran hacer dignamente en posadas que existían en la calle de Los Herreros.Molinero incluso les adelantaba dinero(cuarenta duros de los de entonces), mientras les facilitaba el encontrar trabajo, algunos de ellos en la central lechera” Riespri”, también como albañiles, a las ordenes del señor “Pepe Botero”, trabajando en la reconstrucción de la plaza de toros.Igualmente Molinero, puso a su disposición de los chavales a su hermano Lorenzo, practicante en la clínica de D.Constantino Casaseca, que asistía a los tentaderos y atendía entre los jóvenes las cuestiones de salud

Esa primavera varios alumnos, entre ellos Ángel P. Mezquita, asistieron a dos tentaderos, uno en la finca de Torremur en las tierras de Sayago del ganadero D. Onofre San Miguel, donde estaban tentando el matador de toros José Luís Barrero y el famoso novillero Víctor Manuel Martín. Y otro al que acudieron todos los alumnos de la escuela, en la finca de La Granja de la Guareña, propiedad de los extraordinarios ganaderos vallisoletanos, Hermanos Molero: Pepe, Luís y Tere, que les encerraron seis becerras y a las que torearon todos a placer, en una soleada tarde abrileña., entre los que asistieron además de Pascual Mezquita está “El Chino”, Julio Justo “El Sanabrés”, “El Niño de las Monjas”, los hermanos Ángel Juan y Ramón “Peresque I” y “Peresque II”, José Luis Maderal, Felipe Alejandre…(foto de blog: primer tentadero en el que participó la escuela.Finca de los Hermanos Molero en Badillo de la Guareña.)

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Corrida de inaguracion de la temporada en la Monumental de las Ventas

5-03-1989.Madrid.Inaguración de la temporada.Cinco toros don José Vázquez Fernández, dignamente presentados , desiguales de juego, con la fuerza muy justa.Muy manejables el primero, el segundo, terero y quinto.El cuarto, de Fernández Palacios, bien presentado, flojo , manso y deslucido.
Pascual Mezquita, de grosella y oro, estoconazo (silencio).En el cuarto, pinchazo y estocada baja(silencio)
Sánchez Puerto, de fucsia y oro, cuatro pinchazos y estocada corta( ovación y salida al tercio).En el quinto, estocada y descallo( aviso y petición de oreja).
José Antonio Carretero, de azul marino y oro, estocada(palmas) en el sexto pinchazo, media y descabello( división).
Otra actuación:
En Mula, 25/09/1971Novillada de feria.Ganado de Marín Marcos, de Jaén, con casta pero que dieron poco juego, para el rejoneador Tomás Sánchez dos orejas y rabo y los diestros Pascual Mezquita, dos orejas y silencio, El Feo, dos orejas El Mito dos orejas.La autoridad supendió la novillada después del cuarto novillo por falta de luz.

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Otros festejos

Valencia de don Juan ( León), 14-09-1971.Novillos de Hermanos Rodríguez Pacheco, de Ciudad de Rodrigo(Salamanca), nobles y codiciosos, para Pascual Mezquita, Julio Robles y Juan Arias.Lleno al sol y más de media entrada a la sombra.
Primero-Pascual Mezquita realiza faena valiente, con redondos y naturales .Al entrar a matar sufre un resbalón y cae a tierra.Es alcanzado por el novillo y pasa a la enfermería.Despacha al novillo Julio Robles de media y descabello.(Ovación, una oreja y vuelta).
Segundo-Robles, valiente en capa.Faena en capa.Faena completa entre olés y música.Redondos ceñidos que se ovacionan.Entera que basta.(Ovación, dos orejas y vuelta).
Tercero-Juan Arias, pese a las dificultades del novillo, consigue pases lucidos.Pinchazo y media que basta.(Ovación, dos orejas y rabo, vuelta y saludos).
Cuarto-Julio Robles con la muleta, en el centro del ruedo, realiza faena valiente.Pinchazo y entera.Descabello al segundo intento.(Ovación y vuelta)
Quinto-Julio Robles cuaja una faena pinturera, valiente y elegante, en el que destacan los naturales.Estocada tendida y otra entera.(Ovación, una oreja, petición de otra y vuelta).
Sexto-Arias inicia la faena con altos y sigue con redondos sin moverse y naturales.Recibiendo cobra una delantera y descabella.(Ovación, dos orejas y vuelta).
Parte facultativo-Mezquita sufre una herida de asta de toro con pérdida de piel hacia la altura del tercio superior cara posterior del muslo izquierdo que deja al descubierto la musculatura.Pronóstico menos grave.
Rascafría(Madrid).15-08-1989.Festival con novillos de Víctor Aguirre, para Pascual Mezquita, vuelta, Carlos Aragón, vuelta, El Fundi, dos orejas y Juan Cuéllar, oreja.

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En Zaragoza

19/04/1970.Novillos de Samuel Flores, bien presentados, para Raúl Aranda, Roberto Piles y Pascual Mezquita.Buena Entrada en tarde desapacible y de mucho viento.

Primero.Aranda lucido en capa.Faena valiente con buenos naturales.Dos estocadas.(Ovación y saludos).

Segundo.Piles coloca dos buenos pares de banderillas.Muleteo voluntarioso con buenos derechazos.Estocada.(Ovación y saludos).

Tercero.Mezquita se luce en capa.Faena muy torera sobre la derecha, entre olés y música.Dos pinchazos y media.(Ovación y vuelta).

Cuarto.Aranda inicia bien la faena con la derecha, el novillo va a menos y abrevia.Cinco pinchazos y estocada.Un aviso (Palmas).

Quinto.Piles se luce en verónicas.Faena por naturales y derechazos .Pinchazo, estocada y descabello al segundo intento.(Palmas)

Sexto.Mezquita es ovacionado en verónicas.Faena muy torera, en la que destacan derechazos.Pinchazo y estocada.(Ovación y vuelta).

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El toreo bien hecho


FERIA DE VALDEMORILLO

El toreo, nada menos, se vio ayer en Valdemorillo. No el sucedáneo que pasa por toreo cada tarde en ferias de postín, sino el verdadero y bien hecho; el toreo dejándose ver, cediendo generoso espacio para que la embestida venga completa y - fluida, parar-templar-mandar, y por el mismo precio, unos chorritos de esencia también, con el aroma de la torería propia de cada diestro, interpretada según su personal estilo e inspiración.El toreo bien hecho fue aquella tanda de redondos de Pascual Mezquita al cuarto de la tarde y las verónicas con que saludó al que abría plaza; aquella serie de Jorge Manrique, también con la derecha, al quinto, dando el medio-pecho -como gustaba decir a la afición antigua-, corriendo la mano con un ritmo que en Sevilla describirían mesío, aquel empaque, en fin, de José Luis Bote, que se presentó a las puertas de Madrid con una madurez técnica, un sentimiento artístico y un corte de torero caro que causaron estupor.
AIbayda / Mezquita, Manrique, Bote
Toros del marqués de Albayda, bien presentados , en conjunto manejables.Pascual Mezquita: estocada corta trasera y rueda de peones (ovación y, salida al tercio); pinchazo y estocada corta trasera (oreja). Jorge Manrique: estocada delantera (vuelta); pinchazo y estocada (oreja). José Luis Bote: pinchazo y estocada (vuelta); estocada trasera (dos orejas). Salió a hombros. Plaza de Valdemorillo, 11 de febrero. Quinta corrida de feria.
El toreo de ayer y el pegapasismo habitual parecían dos oficios distintos. Lo son, seguramente. Pases aliviados mediante uso indiscriminado del pico, pierna contraria escondida atrás, contorsión corporal, brazo estirado hasta descoyuntarlo, remate lejano, perneo frenético para buscar nuevo terreno donde iniciar el siguiente, nada tienen que ver con el toreo, el que hizo José Luis Bote, sin ir más lejos, sobre la quietud total, desde la más absoluta naturalidad.
Prendido en los vuelos
Nunca necesitó contorsionar el cuerpo José Luis Bote para que el pase saliera largo. Enmendándose sólo en lo inevitable, cuando el derrote apuntaba al bulto -uno le llegó a derribar- , bien asentadas las zapatillas en la arena, relajado, se traía al toro de delante y ya lo llevaba prendido en los vuelos suaves de la muletilla baja hasta el punto debido del remate, que era aquel desde donde había de partir el siguiente pase, sin necesidad de enmendar terrenos ni nada.
A un toro que se paraba incierto en el centro de la suerte y a otro nobletón, los toreó con igual valor, dominio y gusto. Primero, ligándoles los pases fundamentales y cerrando las tandas en el de pecho clásico; luego, sometiéndolos mediante un alarde de pases de la firma, kikirikíes, ayudados a dos manos, trincherazos, molinetes y adornos. El caracoleo del enemigo (ya menos enemigo, entonces) en codiciosa persecución de la muleta, que le obligaba a ir arriba y abajo, acá y allá, era la rúbica del toreo bien hecho, que debe concluir cuando la creación artística ya está lograda, sometido el toro y no cabe más rito que el estoconazo final. Así ocurrió.
Todo empezó con las verónicas embraguetadas de Pascual Mezquita, ganándole terreno al desconcertante primer toro, que tomaba un muletazo bien, al siguiente se paraba porque le daba la gana, y en uno de esos revolcó y pisoteó al torero, dejándole maltrecho. Pero no fuera de combate, porque Mezquita recobró resuello y ánimo enseguida. Como si rasguñones sanguilonentos y magulladuras fueran caricias, le hizo al cuarto una faena enjundiosa y cuajó la tanda de redondos más emotiva de la tarde, que provocó un verdadero alboroto en el tendido.
Jorge Manrique echó la pata´lante, corrió la mano, ligó los pases a despecho de derrotes y otros sufrimientos, y a la hora de la verdad, empuñando la espada con la zurda, marcó limpiamente los tiempos del volapié para cobrar por el hoyo de las agujas estoconazos fulminantes, lo que también es toreo, en su suerte suprema.

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Otros festejos de Pascual Mezquita

Alba de Tormes.11-06-1989, ocho orejas y tres rabos se repartieron los diestros actuantes en el festival taurino celebrado en Alba de Tormes.Se lidiaron novillos de Hermanos Del Yerro, de buen juego excepto el manso cuarto.El cartel lo formaron Juan José que cortó dos orejas, Pascual Mezquita, dos orejas y rabo, Julio Norte, dos orejas y rabo, Aniano Sánchez, dos orejas y rabo.
Cuellar .26-08-1974. Primera de feria. Regular entrada.Toros de Manuel San Román , buenos,para José Fuentes, ovación en uno y una oreja en el otro, Miguel Márquez, dos orejas en el primero y dos orejas y rabo en el segundo, y Pascual Mezquita, vuelta en los dos.
Zamora .Segunda de Feria, 1-07-1974, ganado de la Laguna, de El Escorial, bravo, para Andrés Vázquez, en su primero división de opiniones.En su segundo, faena variada.Estocada.Ovación, una oreja, vuelta y saludos.José Mari Manzanares en su primero ovación, una oreja y vuelta.En su segundo , ovación dos orejas, vuelta y saludos, y Pascual Mezquita, en su primero faena valiente.Ovación, vuelta y saludos.En su segundo resultó aparatosamente volteado sin consecuencias.Mató de un pinchazo y descabello al primer intento.Ovación , vuelta al ruedo y saludos.

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Tal día como hoy.......................20 de abril

20 de abril.
1862-Muere Pepete en Madrid, herido en el corazón por el toro Jocinero de la ganadería Torre de Abab.Fue la segunda muerte ocurrida en Madrid, después de Pepe Hillo.
1941-El matador de toros Manuel Rodríguez "Manolete" corta un rabo a un toro de la ganadería de la Viuda del Marqués de Villamaría en la Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.Alternó con José Mejias Jiménez "Pepe Bienvenida", Juan Belmonte y Pepe Luis Vázquez.Ese mismo día moría la propietaria de la ganadería.
1946-Nace en la ciudad de Cali, Valle del Cauca, el matador de toros colombiano número 31, José Ortega Cortés "Joselito Ortegón"
1948-Nace en matador de toros Pascual Mezquita, en Baracaldo(Vizcaya)
1956-El matador der toros Rafael Ortega Domínguez, cortó un rabo en la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.Alternó con Antonio Ordóñez y Gregorio Sánchez
1964 -El Matador de toros Manuel Benítez " El Cordobés", cortó un rabo en la Plaza de Toros de de la Real Maestranza de Sevilla a un toro de la ganadería de D. Carlos Núñez, alternando con Victoriano Valencia y Diego Puerta.
1975-Paco Ojeda, viste por primera vez el traje de luces en el coso de Sanlúcar de Barrameda.Tres años después debuta con caballos en la plaza de toros de Palma de Mallorca.
2007-Manzanares, intenso y apasionante, le cortó dos orejas al sexto de Zalduendo, en Sevilla
FELICIDADES AL MAESTRO PASCUAL MEZQUITA

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otras actuaciones

Ondara(Valencia), 12/07/1976.Cuatro toros del Marqués de Bayamo, regulares y dos de Arauz de Robles, uno bueno y otro manso, para Curro Girón, que cortó dos orejas en el primero y silencio en su segundo, Santiago López, cuatro orejas y rabo, sufrió una contusión de caracter leve, y Pascual Mezquita ovación en su primero y silencio en el último.
Zaragoza, 08/06/1971, novillos de Germán Gervás, de Madrid.Tarde espléndida y media entrada, para Pascual Mezquita, silencio en sus dos actuaciones, Julio Robles, silencio y tres avisos y José Ortega, ovación en los dos novillos.
Torremolinos, 18/09/1973.Media entrada.Un novillo de Valderrama y cuatro toros de Soto de la Puente, regulares, para la rejoneadora Antoñita Linares, que cortó dos orejas, Joaquín Bernardó , palmas en su primero y oreja en el segundo de su lote y Pascual Mezquita, vuelta y oreja a los dos novillos de su lote.

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Una novillada dificil, en la Maestranza.

19/07/1971.Plaza de la Real Maestranza de Caballería.Seis novillos de don Manuel García Fernández-Palacios, con divisa azul y plata.
Primero.Número 44, "Zalamero", 407 kilos.
Segundo. 2,"Catador", igual peso que el anterior.
Tercero .3, "Habanero", 410 kilos.
Cuarto.76, "Carbonero", 404.
Quinto.92, "Arenero", 432.
Sexto.24,"Cartujano", 380.
Todos de pelo negro, algunos bragados.
Espadas:Alonso Morillo, Pascual Mezquita y Manuel Campos.
Novillos con cuajo, con tipo, con pitones, encomiables por su presencia, por su respeto, mansurrones, iban a los caballos, pero se defendían los más, algunos se salían sueltos o se quitaban el palo.
Pascual Mezquita resultó cogido en el segundo de la tarde. Con el capote ,el debutante jugó los brazos con soltura, y en el último tercio, muletazos prometedores, inquietos por el viento.Al dar un redondo, fue empitonado y derribado.El animal le tiró varios derrotes al diestro caído, quien, con signos visibles de conmoción, pasó a la enfermería en brazos de las asistencias.Presenta herida contusa en la región submaxilar derecha, contusión en el codo derecho con probable fractura de cúpula radial y conmoción cerebral.Pronóstico reservado.No pudo continuar la lidia. Se nos ha dicho que Pascual Mezquita es torero de clase.Esperamos y deseamos comprobarlo en ocasión propicia.
La novillada tuvo un inesperado prólogo pintoresco.Cuando sonaron los clarines para que se diera suelta al primero, parsimonioso, con paso lento, salió al ruedo un paisano, quien no portaba trapo rojo alguno, y tranquilamente se despojó de la chaqueta.Pudo aplazarse la salida del novillo, y el raro espontáneo, ya talludito, fue retirado de la arena y abandonó la plaza, debidamente escoltado con paso vacilante.

Otras grandes actuaciones

En Tarragona, el 13 de junio de 1971, con novillos de Javier Molina, de Sevilla, dieron buen juego.Media entrada.El cartel lo formaban Germán Urueña, dos orejas en su primero, y oreja y dos vueltas en su segundo, Pascual Mezquita, oreja y dos vueltas, y dos vueltas, y Tomás Moreno, dos orejas y rabo, y dos vueltas, en el otro, dos orejas.

En Cenicientos(Madrid), 16/08/89, festival, se lidiaron novillos de hermanos Juárez, que desarrollaron genio. Tres cuartos de entrada.Pascual Mezquita, ovación; Juan Antonio Esplá, dos orejas;Rafael Perea"Boni", palmas; José María Plaza, oreja y el novillero Pablo Saucar" Pirri", dos orejas.


Simancas(Valladolid), 19/03/91.Cinco novillos de diferentes ganaderías.Pascual Mezquita, oreja.Julio Norte, ovación tras dos avisos.Antonio Martín, ovación.Luis Delgado, dos orejas.Julián Guerra, dos orejas y rabo.

Conferencia en La Peña Taurina “El Quite” de Logroño.

Hoy traemos a la palestra la conferencia que Pascual Mezquita magistralmente impartió el día 28 de noviembre de 2009 en el III Ciclo Otoño Cultural Taurino de la Peña "El Quite", en el centro cultural de IberCaja.

La raza como fundamento de la fiesta.



Buenas tardes, señoras y señores.

Es para mí una gran satisfacción participar en este ciclo de conferencias organizadas por la Peña Taurina “El Quite”. Y compartir con ustedes, varios minutos de disertación taurina. Disertación que he elaborado con todo mi cariño y con el deseo y la esperanza de que la misma les pueda resultar, tanto agradable como enriquecedora.

Quiero dar las gracias, en primer lugar, a la junta directiva de esta peña, sobre todo, a Alejandro que amablemente se puso en contacto conmigo ofreciéndome el poder participar en este ciclo. Así como, a todos los socios que componen esta magnífica peña taurina y a todos los asistentes en la sala que han venido a compartir con nosotros esta charla.

Gracias, por concederme el honor y el compromiso de hablar ante ustedes, y también, porque no decirlo, por la valentía que le “han echado” los directivos de la peña al atreverse a invitar, para disertar ante ustedes a una persona tan neófita en estas lides, como es quien les esta hablando.

Y fíjense ustedes, si seré neófito que me he atrevido a titular mi charla: La Raza, como fundamento de la fiesta.

Algunos profesores de la Universidad de Salamanca a los que he hecho partícipes de esta idea, poco menos que se han echado las manos a la cabeza: La Raza, tu sabes lo difícil que es explicar ese concepto, y más en estos momentos tan socialmente susceptibles.
Pero yo, ya le había dado el título a Alejandro y no me iba a volver para atrás. No me parecía de buen torero.

La Real Academia de la Lengua, nos define la palabra “raza” como: Casta o calidad del origen o linaje, y, también, como: el término que se utiliza para clasificar a la humanidad de acuerdo a características físicas y genéticas.
Por lo que si nos acogemos a la calidad del origen y de la genética estaremos hablando, de lo que nos viene de origen y de herencia de nuestros antepasados y que nosotros transmitiremos a nuestros sucesores.
Por otro lado, según los antropólogos, el concepto de raza no resulta particularmente útil desde el punto de vista biológico o sociológico, ya que todas las razas pertenecen a una única especie biológica, el Homo sapiens, y sólo muestran pequeñas variaciones genéticas. Siendo la cultura, nos dicen, la que constituye un factor mucho más importante a la hora de determinar la conducta y estilo de vida de los diferentes grupos humanos.

Pero el concepto de “raza” que nosotros, o yo, más concretamente, voy a manejar aquí es el de la “raza” genética que los pueblos de la península ibérica, hemos heredado de nuestros antepasados, en nuestro carácter, y más en concreto en nuestra apasionada afición a enfrentarnos al toro por medio del valor, del coraje y la audacia, a la cual los profesionales y aficionados taurinos denominamos como “casta” o “raza”. Lo cual podemos comprobar cumplidamente en las innumerables crónicas y opiniones de ilustres críticos y tratadistas taurinos, así como, por las expresiones de los profesionales y aficionados, a lo largo de los dos siglos y medio de existencia del Arte de Torear.
Como esta es una conferencia taurina y está elaborada para aficionados taurinos, es desde este concepto y con esta intención como aquí vamos a tratar de desarrollar el término “raza” y no con ninguna otra significación, de la cual no nos hacemos partícipes.

Como algunos de ustedes ya saben, yo nací en Baracaldo, y vine al mundo en el interior de un bar muy popular del centro de esta localidad, bar que inauguraron mis padres y que era tan popular, que nadie lo llamaba por su nombre, todo el mundo lo llamaba el “bar de los jamones”.
Pues mi padre llegó a vender seis jamones en bocadillos, en un día, a una clientela mayoritariamente obrera que subían después de su trabajo en los Altos Hornos, en la Walko Wilco, la Sefanitro u otras fábricas aledañas, y se comían un richi con una raspa de jamón dentro, acompañado por un par de chiquitos, o de un porrón de clarete o tinto con limonada, al precio de dos reales, o sea, cincuenta céntimos de nuestras añoradas pesetas.

Como mis padres tenían mucho trabajo en el bar, cuando yo cumplí año y medio, y ya con otra hermana a punto de nacer, me mandaron a vivir con mis abuelos al pueblo zamorano de Carbajales de Alba. del que es originaria toda mi familia. Aunque en los veranos volvía a Baracaldo y asistía con mi padre a la Semana Grande, pues, era abonado de la plaza de Vista Alegre. Pero, la primera corrida a la que asistí fue en El Chofre de San Sebastián, donde me llevo mi abuelo Braulio al que yo acompañaba a “tomar las aguas” en el balneario de Cestona.

En Carbajales muchos días después de la escuela, los niños jugábamos al “espanto” que es como llaman en este pueblo, al encierro de los toros por el campo, ya que más que encierro es un desencierro, pues consiste en “espantar” los toros cuando se están aproximando al pueblo, para que cada uno se vaya por donde quiera. La diversión y el mérito está en “recadarlos”, o sea, recogerlos y traerlos a los toriles de la plaza del pueblo, misión, casi siempre imposible y que es causa de problemas con los vecinos de los pueblos colindantes. Esta valentía libre, a la vez que apasionada e irresponsable con la que se vive el “espanto”, es la que nos da muestra del carácter y de la forma de ser y de disfrutar con los toros que tienen los carbajalinos.

Como les decía los muchachos jugábamos a imitar a los mayores, y una vez que habíamos “arrecadado” a los que les tocaba hacer de toro, los íbamos soltando a la plaza para torearlos, banderillearlos y matarlos. Con lo cual unos imitábamos la raza de los toreros y otros embistiendo imitaban la raza y las aviesas reacciones de los toros.

En Carbajales de Alba hay una tradición taurina muy arraigada, pues ha sido, el único, de los pueblos de la comarca zamorana de Alba y Aliste, que ha mantenido esta tradición desde hace más de dos siglos, organizando festejos taurinos en sus fiestas patronales: el 8 y 9 de Septiembre. Capeas típicas a las que acudían todos los aficionados de la comarca, las cuales le daban a este pueblo una gran categoría taurina , sobre todo, al no tener problemas de competencia con los pueblos limítrofes.

El mérito torero para tan apasionados aficionados, era el de “cortar” los toros, y pasárselos cerca y con garbo, “recreándose en la suerte” y, también, el de cogerlos, para meterlos en el toril. La gente se excitaba sobre manera, con las carreras comprometidas, las cogidas, y mucho más si alguien se atrevía a dar un pase, pues, a veces asistía algún maletilla o el “profesional” que firmaba los “papeles”. Yo asistía emocionado a estas capeas desde un balcón de la casa de mi abuelo Eufemio y estaba deseando bajarme a los carros para vivirlo y sentirlo más de cerca, pero la familia nos tenía bien sujetos, porque éramos pequeños y muy traviesos.
Envidiaba a los mozos que eran capaces de tocarles el testuz a los toros, porque eran muy ovacionados y vitoreados y , luego, durante todo el año eran el tema de conversación del pueblo, se les consideraba como unos héroes y como los representantes de la hombría, la valentía y los valores de la raza torera que enaltecían al pueblo, en toda la provincia.

Cuando ya fui niño adolescente, y con las inquietudes propias de ser algo en la vida, aquello me traía muy inquieto, los maletillas, los mozos, los toros, pero yo lo veía como algo inalcanzable, a la vez, que muy humano, por su proximidad, porque eran parte de la exultante y seductora alegría que llenaba toda la plaza, y a continuación todas las calles del pueblo.
Hasta que llegó el día en que me decidí a cortar a un novillo, a ser, también uno de los valientes de Carbajales, a echarle raza y darle uno, dos y hasta tres cortes, acariciándole casi los pitones, por lo que fui vitoreado por amigos y paisanos, en los cuales yo veía reflejado mi orgullo y a los cuales yo me sentía orgulloso de pertenecer y de poner de manifiesto la raza y la casta que caracterizaba a los carbajalinos, ante todos los forasteros que allí acudían.

Estos ejemplos de “raza” de “casta” apasionada y exacerbada, de las gentes de Carbajales, tanto de los que participaban corriendo en la plaza, como de los hombres y, sobre todo, de las mujeres que desde los carros y los balcones animaban y comprometían a los mozos con sus histéricos chillidos. Fue la primera prueba que yo viví, sin siquiera darme cuenta de ello, de la importancia que tiene para los pueblos de España el enfrentamiento valiente del hombre, contra la fuerza aterradora del toro, y como este enfrentamiento, esta demostración de inteligencia y de audacia humanas, están enraizadas en los pueblos hispanos desde nuestra prehistoria.

En mi tesis de grado de doctor, titulada: La formación de los toreros: entorno y ámbito cultural. Incluí una frase de D. José Mª de Cossio plasmada en su magna obra taurina Los Toros. en la que nos dice: Un hecho digno de consideración es el de la vocación torera, que lleva a tantos jóvenes españoles a la lucha durísima y, en una inmensa mayoría de los casos, inútil, de las andanzas toreras. Cierto que es tentadora la facilidad de gloria y riqueza que brinda la profesión y sugestivo el ambiente en que el torero afortunado logra y exhibe su triunfo. Pero no es esto tan sólo. En los torerillos españoles se despierta como un celo y un estímulo, por enfrentarse y medirse con los toros, irreprimibles
En mis investigaciones por encontrar las raíces irreprimibles de este celo y de este estímulo, del origen o las causas de esta “raza” taurina, en la que Don José Mª, no ahonda y nos deja con la interrogante? Me he encontrado que casi todos los autores de las obras en las que se investiga el carácter de los españoles, topan con el problema de la identidad de España como nación.
A mi modo de ver , y perdónenme esta libertad, esto de la identidad nacional es un problema semántico o de planteamiento.

Según la Real Academia Española. Identidad: es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.

Por lo tanto, si tenemos que buscar la identidad nacional, frente a los demás tendremos que buscar los rasgos comunes que nos identifican, lo que nos une, porque si buscamos lo diferente entre nosotros, nos encontraremos que todos los individuos por naturaleza somos distintos. Y, entonces, España, por ejemplo, tendría cuarenta y cinco millones de identidades, y no tendrían razón de ser instituciones sociales como la familia, el pueblo o la provincia. Que se identifican por un cualitativo sentimiento simbólico de unión, y no por una cuantitativa suma de individuos.

Los Toros, bien en corridas o en festejos populares, la afición, y la pasión por ellos es una de las cualidades comunes, que unen a todos los pueblos de España, no hay región ni provincia, sin plaza de toros, donde no se celebren fiestas taurinas en una u otra forma. Las corridas de toros, son nuestra seña de identidad a nivel mundial. Por las que somos distinguidos y conocidos. Las cuales han sido ensalzadas por todos los escritores, historiadores o investigadores extranjeros que han venido a conocerlas en profundidad, y no, así, por los que sólo se quedan en la superficie.

En una reunión de amigos le oí decir a Santiago Martín “El Viti” “donde haya un toro bravo, siempre habrá un hombre dispuesto a enfrentarse a él” El maestro se refería, es obvio el aclararlo, a los conciudadanos españoles.

Una de las razones en las que basa D. José Mª de Cossio, el nacimiento del toreo, como consecuencia del carácter español es: el honor del caballero. Honor que tenía que defender el caballero, cuando perdía un estribo, una joya, el sombrero o cuando su caballo era alcanzado y el caballero era derribado, lo cual se consideraba como el máximo desaire. Ejerciendo lo que, entonces, se llamaba: el “empeño a pie”: El caballero, a pie, debía empuñar la espada y dirigirse al toro donde quiera que estuviera y procurar herirlo. Le servía de defensa la capa que solían echar doblada sobre el brazo para repararse de las embestidas del toro. Toda cuchillada o estocada se daba por buena, graduándose tan sólo su mérito por su eficacia para salvar, así, la afrenta del toro al caballero, con honor, valor, gallardía y nobleza.

Miguel de Cervantes Saavedra una de las figuras fundamentales de la literatura universal, en su novela Don Quijote de la Mancha, ya nos da muestras a finales del siglo XVI de la defensa de este honor caballeresco cuando su ingenioso hidalgo decide por su honor “quedarse quieto” delante de la mesnada de toros y cabestros defendiendo, así, el amor cortés a su idílica y amada Dulcinea, saliendo caballo y caballero por los aires, volteados y maltrechos entre la arrolladora y polvorienta vacada.

Los españoles consideraban, nos dice Cossio, que se trataba de mancha y ofensa que sólo con sangre podía remediarse, y la violencia de tal interpretación obligaba a exponerse al mayor peligro como exhibición de majeza de rompe y rasga, mejor que de verdadero valor, al que mayores causas mueven y obligan. Este empeño fue prohibido en el siglo XVIII por su riesgo. Pero, merece considerarse porque en tal empeño está en germen lo más esencial e importante del toreo a pie que ha de prevalecer y ser la verdadera materia y expresión del arte taurino y el exponente psicológico de esencias características de los españoles refugiadas en el ordenamiento legal del toreo.

Andrés Vázquez, el gran torero zamorano, nos cuenta en su biografía, que la primera vez que se puso delante de una vaca en la plaza de su pueblo, Villalpando, fue para lavar el honor de su familia “Los Marcos” ensuciado por su hermano Juan que cuando vio a la vaca tan de cerca, le pegó tal susto que soltó la muleta sobre los cuernos de la vaca, echo a correr y salto la cancela de la puerta de la taberna. La vaca corrió la plaza con la muleta en los cuernos. La gente abucheaba y se reía, y a mí, con pantalón corto, dice Andrés, me entró coraje. Me sentí en el deber de limpiar la honra de la familia, me tiré del tablao, le arranque de las manos la muleta al “Velas”, me planté delante de la vaca y le di tres pases por alto, intentando imitar a las fotos de Juan Belmonte.
Han sido llevados a cabo muchos trabajos de investigación, por historiadores, antropólogos, etnógrafos y filósofos, para tratar de definir cual es el carácter del pueblo español. Trabajo arduo complicado y que ha suscitado airadas polémicas sobre las tesis de las raíces de los españoles, como las mantenidas por el profesor D. Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro a raíz de las obras de éste –La realidad histórica de España editada en 1954 y -Origen, ser y existir de los españoles- en 1966.

En mis investigaciones sobre este tema no he encontrado el estudio definitivo del carácter español, pero si un interesante trabajo de campo que realizó el antropólogo inglés Julian Pitt Rivers, en el pueblo andaluz de Grazalema, en la sierra de Cádiz, a principios de los años cincuenta. Y aunque la evolución del contexto social pueda haber cambiado, creemos que en esencia sigue siendo la misma.
Nos dice, Pitt Rivers: el carácter del pueblo español es difícil de determinar por sus distintos caracteres, niveles sociales y etnográficos, dependiendo estos de: el barrio, el pueblo, la provincia o la región.
Por un lado, se sigue la tradición del “teatro del honor” y por otro la tradición picaresca.

Una base importante que ha reunido a las culturas regionales es la noción idealista de
“El Destino de España”, y como expresión de esta noción: La Reconquista y la misión de cristianizar al nuevo mundo. Parece que no basta con ser español, hay que justificar el serlo, a diferencia de los demás países. Sin esta ideología de la hispanidad, los españoles no existirían como tales.
Pero hay algo que es más objetivo, incluso más que la cultura española: “una manera de ser”, específicamente española. Es una manera de ser sentida, más que reconocida, sobre todo, por los mismos españoles, que por ser tan evidente no se presta a reflexión, la reconocen más fácilmente los extranjeros.
Pitt Rivers nos la explica de esta forma

El primer asunto de todos los españoles es: enterarse de los asuntos de los demás, y si no revientan. Esta característica se puede apreciar en al arquitectura tradicional de España, sobre todo, en Andalucía, donde el “mirador” –una ventana que sobresale 30 ctms. de la fachada- permite a la persona sentada en ella una perfecta visión de toda la calle.

El español sabe mentir como nadie, porque tiene un afán terrible por conocer la verdad, sabe mentir para respetar, para esconder la verdad cuando no conviene decirla.
“Mi verdad”, piensa, no es para repartirla por ahí, sino para compartir con los que la merecen, es mi tesoro.

Una consciencia de la realidad de los demás y de su relación con ellos es la vida misma del español. Sabe que no existimos sino en los ojos ajenos.

El lema del teatro del honor permanece todavía verosímil en la vida cotidiana actual; “El honor es la vida, la vergüenza: la muerte” implica una consciencia de si mismo distinta de la que tienen los demás pueblos. “Soy quien soy” dice el hombre de honor, pero sabe que no es más de lo que los demás quieren admitir que es.

Esta intensidad de la vida social en España, según Pitt Rivers, es la base del encanto que ha ejercido tanta influencia en los extranjeros. La necesidad de información y de seguir la evolución de la red de relaciones personales es la preocupación diaria del español.
Por eso, cada casa de Grazalema tenía que mandar una chica, cada día, a lavar ropa al lavadero para recoger las últimas noticias (con el resultado afortunado de que este es el campesinado más limpio de Europa)

Al inglés, que le gusta pasear, se pasea solo por el campo, comulgando con la naturaleza. El español en cambio, en la plaza de su pueblo cuando está llena de gente.

Intensidad social que se puede ver reflejada en las fiestas locales, donde se gastan todos los ahorros de los ayuntamientos, en celebraciones religiosas y paganas: Semana Santa, el Carnaval, donde el saber quién es quién, es una de sus mayores satisfacciones, así como, el manejar las amistades y observar el manejo de las de los demás.
Lo cual explica su hospitalidad con los extranjeros, pero no por el interés en conocer sus países, sino porque el extranjero exprese su admiración maravillada por todo lo que ve, y aumente así el prestigio de sus anfitriones. No por devolverle la visita, donde no van a conocer a nadie y sólo se van a aburrir.

El español es sociocéntrico, aún en el campo es un hombre de asfalto. No tiene miedo más que a aburrirse por falta de “vida”, es decir, de gente conocida. De ahí la importancia enorme de su concepto de “pueblo”, de comunidad. Que es la cualidad que falta hoy en la vida fuera de España. Para el español los otros son la vida y mientras más gente mejor. En cuanto pueda económicamente, se irá de las poblaciones pequeñas a las más grandes “donde haya más vida”.

Este afán por la compañía humana, tendrá una compatibilidad sin descanso, una ansiedad por ser apreciada en su justo valor, combinada con la determinación de utilizar su gracia, sus virtudes, para asegurar que lo es. Tendrá ese orgullo, para no ser menospreciado ni un solo instante.

Esta intensidad de la vida social, característica de la sociabilidad española y clave del carácter nacional, es responsable no sólo de todo lo que venimos apuntando, sino que nos lleva a nuestra definición final: el “ser más”...ser español es el grado extremo de la condición humana. Los españoles en si mismos no son tan distintos del resto de la humanidad, sino que siempre quieren ser más...sea en lo que sea.

Es decir, si son alegres son los más alegres y sus juergas son las más sublimes; si son tristes son los más trágicos y los más dignos en su tragedia. Si son simpáticos son los que más, y su simpatía penetra como el láser, pero si son antipáticos son los más pomposos e insensibles que uno puede imaginar. Si son generosos se sacrifican más porque sacrificarse es deshacerse de lo suyo para obtener la gracia: esa virtud personal, esa dignidad moral, en la que intercambian el “haber” por el “ser”

Esta ambición del carácter español por ser “más” socialmente, a que nos ha llevado este magnífico trabajo de Pitt Rivers. Este “querer ser” más, es la motivación anímico-social que mueve a los españoles a embarcarse en arriesgadas aventuras y negocios para conseguir su triunfo y su realización, tanto social como personal.
Y en ella encontramos el fundamento ontológico y antropológico del muchacho que quiere ser torero, del que quiere “ser más”, del que quiere “ser alguien” en el mundo del toro.

Cuando yo quería ser torero, durante todos estos años, yo no sabía, ni nadie me lo dijo, que Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII en sus partidas, dedicaba oprobios a los que mataban toros por dinero: los mata-toros, o que antes, en el año 1.080, Alfonso VI, ya había dictado, en el fuero de Zamora, una normativa de conducta para correr los toros, ni sabía de los alanceamientos a los toros por el emperador Carlos V o por su hijo Felipe II u otros reyes y nobles, tanto del medievo como de la Edad Moderna.

Tampoco sabía yo, entonces, que los españoles fueron el único pueblo de toda Europa y de África que conservó y seleccionó el toro bravo. O que los toreros habían surgido de los mataderos, ni había oído hablar de Pedro Romero, de Cúchares o de Lagartijo, ni que la Universidad de Salamanca, fundada en 1218, fue centro y baluarte de la cultura occidental europea. Si sabía que en el Imperio de Felipe II nunca se ponía el sol, eso si lo supe porque nos lo enseñaban en la escuela, pero entonces, yo no le daba ninguna importancia a esas cosas que tanto nos inculcaban los maestros.

Cuando dejé mis estudios, mi padre me puso a trabajar en la salchichería y en una pequeña bodega que esta tenía, intentaba yo imitar a Joselito “El Gallo” a Belmonte, a Domingo Ortega, a Manolete o al “Viti”, con una pequeña muleta que me había fabricado yo mismo con un retal de franela, y fijándome en unas fotos muy características de estos maestros que venían en una página del Digame, sin saber, tampoco, lo que habían significado Joselito y Belmonte en el toreo, o la importancia de las otras figuras que marcaron época con sus estilos.

Pero yo era, y soy, consecuencia y producto de esta sociedad, de este pueblo, y lo mismo que los demás chavales que queríamos ser toreros, llevamos en nuestra sangre o en nuestros genes el carácter y la “raza”, en su más amplio sentido, de los hombres y los pueblos de la Península ibérica, creadores de la corrida y del toro bravo, del que habían hecho el antagonista ideal para su divertimento y confrontación, llegando a convertir tal espectáculo en uno de las más bellas y auténticas expresiones del genio humano.

“Raza” que muchos toreros de dinastía han heredado de sus antecesores. Como podemos ver en una preciosa y, única, autobiografía de Manolete, por estar hecha, en vida de éste, y que le realizó en México, el periodista exiliado Antonio de la Villa. En la cual Manolete, nos confiesa que siendo niño no tiene la menor idea de que sintiera un solo estímulo por torear. Y luego dice: “el héroe en la vida sólo responde a las circunstancias: Si yo en mi casa hubiera tenido las comodidades y el desahogo de los niños pudientes, otra cosa hubiera sido. pero me ocurrió lo que al predestinado triste, que tiene en su sangre la enfermedad dormida; en mi sangre había ese virus torero, que empieza en mi tío-abuelo, sigue en sus hijos, deriva hacia mi padre y estalla en mí como algo de lo que no podía librarme.
U otra referencia, en la que Machaquito le dijo a “Guerrita” que Rafael Ortega “Gallito”, nieto de su compadre Fernando el Gallo, toreaba mejor de lo que él se podía figurar. A lo que “El Guerra” contestó: “Claro, con la raza que trae no es para menos”
Cuando yo empezaba a querer ser torero, actuaba impulsado por esa “raza” que me habían transmitido mis generaciones anteriores, por ese “querer ser”, dentro de mi grupo social, de mi familia, de mi ciudad. Por sobresalir y ganarme la vida con una profesión a la que todo el mundo a mi alrededor admiraba, la cual llenaba mis aspiraciones y anhelos de realización personal, ante mi, y ante ese subjetivo fin universal que nos parece tener asignado y que quiere dar justificación a nuestras vidas.

En estas apreciaciones me suele venir a la mente una frase que leí hace varios años del maestro Pepe Luís Vázquez, en la que decía: “yo no me puedo explicar, como podía torear cuando empezaba, si ni tenía, ni conocía, técnica alguna.”

Esa “raza” ese “amor propio”, es el que impulsa y mueve al torero en todas sus acciones tanto dentro como fuera de la plaza. Es la que puede con los innumerables obstáculos que el torero tiene que superar a lo largo de su carrera, ya sea esta triunfal o de eterna lucha. En la primera para mantener su nivel de figura del toreo todas las tardes del año, durante muchas temporadas y ante infinidad de toros totalmente diferentes y siempre peligrosos, ante la competencia tremenda de sus compañeros de cartel, ante las exigencias legítimas del público, y sobre todo, ante sus propias debilidades a las que en todo momento tiene que vencer y no darles opción a que aparezcan.

“Raza”, también necesaria cuando se torea poco, para aguantar las interminables esperas y las muchas soledades, en esa lucha por conseguir que te pongan a torear, sin dejar de estar preparado día tras día, con una ilusión, que muchas veces es únicamente personal, luchando continuamente para subsistir con la dignidad de un matador de toros, sin medios económicos ni morales en los que apoyarte, más que en los de tu tremenda afición.
Estas situaciones difíciles que, normalmente, son las que menos se ven, son las que más abundan en el mundo del toro, sobre todo, en los grandes centros taurinos, como Madrid, Sevilla, Valencia, Albacete, Salamanca, entre otros.

Cuando algún matador, debido a estas difíciles circunstancias, se ha cambiado a las filas de los banderilleros, desde siempre vengo oyendo decir, alabando esta decisión a taurinos y cronistas en sus emisiones radiofónicas: “ese hombre tiene la cabeza muy bien amueblada”. Y yo como torero les digo “la cabeza la tendrá muy bien amueblada, pero el corazón lo tiene destrozado.”

Ya sabemos, que cuando las cosas se ponen “complicadas” en el mundo del toro es muy difícil aguantar los duros embates de la necesidad subsistencial y, sobre todo si detrás de ti, existen ya una esposa y unos hijos. Por eso yo desde aquí quiero rendir un homenaje a esos matadores que sufren la peor cornada que te pueden dar los toros que es la cornada en el alma de “no torear” o de “torear muy poco”, lo cual lleva a estos toreros a un introvertido y melancólico carácter, producto de esa fuerte lucha sin ninguna recompensa, para la cual es necesario tener una entereza y una hombría poco comunes, en aras de mantener con dignidad la ilusión, el tipo y la categoría de matador de toros.

Porque “ser” matador de toros es un honor, un orgullo y un “compromiso” social que hay que “sentirlo” “vivirlo” y llevarlo con elegancia y señorío. Y lo mismo que en la plaza se muere de verdad y las cogidas y los fuertes golpes y porrazos, duelen de verdad y dejan sus secuelas. En la vida cotidiana los problemas de la subsistencia y los disgustos que le ocasiona al torero el no torear, también son de verdad y pueden llevar a consecuencias personales muy dolorosas. Por eso para “ser” y para “sentirse” matador de toros en esas circunstancias es necesario tener una fuerza interior y un amor propio, muy grandes, luchando, siempre, en pos de alcanzar ese triunfo ese querer “ser, alguien” en el mundo del toro, como tantos ejemplos ha habido a lo largo de la historia del toreo.

No quisiera que se mal interpretaran mis palabras, en detrimento de los hombres que tienen que tomar la dura decisión de hacerse banderilleros. Sino que, muy al contrario, lo que quiero decir, es que en esa decisión motivada por las circunstancias, no sólo cuenta el sentido del “logos” de la razón, sino que cuenta y con mucha más fuerza el del “sentimiento” de tu alma, el de tener que abandonar lo que tu quieres, por lo que tu vives, tu pasión, tu razón de “ser”, que es una razón muy distinta a la razón de “tener”. Para lo cual, hace falta, también, mucha “raza”, esa “raza” del hombre que sabe perder su sueño más vital, para poder seguir viviendo sin dejar de hacer lo que más le gusta, sin dejar de seguir: “siendo torero”.

Vamos a cambiar de tercio y vamos a analizar otro concepto del toreo y del torero.

El torero es un hombre de acción, no es un hombre de reflexión. Sobre el toreo podemos escribir, hablar, reflexionar, polemizar o crear simbólicas metáforas en las que la materia se funde con el espíritu... y esta comunión nos regresa, a través del toro, a nuestros orígenes naturales: al campo, a la tierra, y nos trasciende y nos concilia con el orden universal y con ese fin ontológico y de eternidad cósmica.

¡Señores aficionados!

Cuando el toro sale por la puerta de chiqueros, con esos pitones desafiantes y esos pechos tan voluminosos y potentes, que sólo con su resoplar asusta y que el choque de sus pezuñas en la arena nos hiere en la cara con sus chinas.
El torero, cargado de responsabilidad y ante la tremenda papeleta que tiene por delante, no está ni para apacibles reflexiones, ni para especulativas divagaciones. El problema hay que resolverlo, ipso-facto, es decir, en el acto, el toro no da respiros, y esto sólo se puede superar, con la decisión y el coraje, o sea, con la “raza” y el amor propio del que están poseídos los hombres que se visten de luces, para hacerle frente a un enemigo tan peligroso y violento y demostrar a sus congéneres hasta donde puede llegar la capacidad física y mental del ser humano cuando está impulsada por esa energía vital del que “quiere ser”, del que “quiere ser más” todavía, exprimiendo hasta sus máximas consecuencias sus potenciales aptitudes.

Por ello, señores aficionados, en mi opinión, debemos distinguir entre lo que es la reflexión y lo que es la acción en el toreo. Porque entre ellas hay un abismo, un abismo en el que se encuentran la violencia, la fiereza y el peligro del toro, de los que en nuestras apasionadas discusiones nos solemos olvidar.

Los toreros cuando hablamos de toros nunca somos categóricos, siempre decimos: “a mi me parece...”, “yo creo...”, porque aunque estemos fuera de la plaza, sentimos y sabemos del peligro y de las inciertas reacciones del toro. Cualquier fallo, cualquier equivocación, nos desluce el pase, nos estropea la faena, nos arruina las ilusiones o nos puede costar un disgusto. Y esto, ni nuestra mente, ni nuestro instinto se lo pueden permitir.

Sensación que aficionados y críticos no suelen tener en cuentan en sus opiniones, y que, a mi modo de ver, los aleja, en sus apreciaciones, de la auténtica realidad. Aunque, este hablar sin sensación de peligro, pueda contribuir, a su vez, al fomento de muchas de sus y apasionadas y prolongadas discusiones.





El Toro.

A continuación, voy a hablar de la “raza” que, semánticamente, consideramos la auténtica, la raza del toro bravo, al no contar con los prejuicios sociales implícitos en la raza humana. Y hablo desde sus dos acepciones: la de raza como concepto de herencia de los caracteres diferenciales en que se subdividen algunas especies biológicas. Y la otra, la de la “raza” que nosotros le exigimos al toro bravo y de la cual ha sido el hombre español su creador y su modelador. Y no digo lo de creador en vano, aunque los anteriores ancestros del toro: “el Auroch”, “el bos Primigenius” “el uro”, ya contaran con la acometividad violenta que caracteriza a esta especie.
Pero la “raza” a la que nos referimos, y que es imprescindible para llevar a cabo el Arte de torear, esa raza, única, del toro bravo, ha sido creada por el hombre, por los ganaderos de toros bravos, que a través de muchos años de selección y de cuidados, han sabido dotar al toro de una bravura excepcional conjugada con una dosis de nobleza, que han hecho de esta especie, una especie, única, en toda la fauna mundial, y que ha sido la razón del divertimento del hombre español a lo largo de su historia y, sobre todo, de la evolución de su máxima expresión artístico taurina: el Arte del Toreo.

Llevo bastante tiempo tratando de encontrarle una explicación científica a la nobleza del toro, a esa cualidad única en toda la fauna. Explicación que hasta ahora no he logrado conseguir de ganaderos, veterinarios, o tratadistas.
Solamente me puedo apoyar, sin ninguna base etiológica, en una apreciación que hace don José Mª de Cossio, el cual la basa en el exceso de casta o de “raza” de los toros. Pero este exceso de casta o de fiereza en los animales salvajes es utilizada por estos para defenderse o atacar hasta la muerte, el toro, sin embargo, la utiliza para embestir incansable y noblemente a los engaños y no la convierte en esa fiereza asesina.

A esta hipótesis del exceso de raza, en mi opinión, creo que todavía le quedan muchas interrogantes y aunque, por ahora, no les puedo dar la explicación definitiva sobre la nobleza del toro. Seguiré investigando ya que es un tema que me incita a su esclarecimiento y sobre el que un día me gustaría disertar.

Estas dos cualidades: la bravura y la nobleza del toro son equiparables con las actitudes y las aptitudes, necesarias en el torero con: el querer, y el poder.
Por lo que la corrida, a mi modo de ver, es la confrontación de estas dos esenciales y homologas cualidades, que son: por un lado la raza o bravura del toro frente al valor y al coraje a la raza del torero. Y por otro lado, la noble y persistente embestida del toro, junto a la entrega y el sentimiento del torero.
Creemos que en el reto de la primera y en la conjunción de la segunda, está la culminación del Arte de Torear. Siempre partiendo de la base del dominio del hombre: de la inteligencia y del valor, sobre la fuerza y la agresividad del toro.
Por que, si la balanza entre la bravura del toro y el coraje del torero se inclina hacia el lado del toro, es muy difícil que el espectáculo tenga la lucidez esperada. Y no así, si es el torero el que somete al toro y crea compás con las embestidas, el sentimiento y el ritmo de su temple.
Tanto el toro auténticamente bravo, como el torero-triunfador, aunque uno pertenezca a la raza del toro de lidia y el otro a la de los toreros, son el ejemplo de su especie y de su profesión y el público los juzgará bajo una misma ética.

Un público que con su tradición es el que ha mantenido y secularizado este espectáculo, a través de la historia, con una afición cimentada en su herencia genética y sustentada, primero: por el sentir, y luego: por el saber, para ser juez y parte de la corrida, juez para saber exigir al toro y al torero, y parte, porque el público es la razón sociológica española de la corrida, sin él, la confrontación entre el arte del torero y la bravura del toro, no tendría ningún sentido.

Señoras y señores, esta es mi hipótesis sobre La Raza, como fundamento de la corrida. La confrontación entre dos razas, la raza del toro y la raza del torero, y en definitiva, la raza del hombre español que ha sido y sigue siendo el autor del espectáculo, del toro, y del Arte de Torear.


Desde su más hondo sentimiento el poeta Miguel Hernández nos dejo escrito:

¿Quién hablo de echar un yugo
Sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas?
¿ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Hombres que entre las raíces
como raíces gallardas
vais de la vida a la muerte
vais de la nada a la nada

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor a cuadra
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos el cielo
ni se enturbia, ni se acaba.


Muchas gracias y buenas noches.






Ángel Pascual Mezquita